¡Pobrecito Max!
Nos decía en una nota que se había resfriado por andar descalzo por la clase y por no abrigarse para salir. Y nos regalaba unos pañuelos para que aprendiéramos a sonarnos la nariz en el caso en el que nos lo hubiera pegado.
Además quería compañía. Por eso, durante unos días se va a ir de casa en casa con cada niño y niña de la clase metido en su bolsita y con el libro viajero.
¡Darle mimitos, por favor!
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